Somos nómadas: el nomadismo como forma de resistencia

Y siempre que se produce una acción contra el Estado, indisciplina, sublevación, guerrilla o revolución como acto, diríase que una máquina de guerra resucita, que un nuevo potencial nomádico surge, con reconstitución de un espacio liso o de una manera de estar en el espacio como si fuera liso.
G. Deleuze y F. Guattari, Mil mesetas

 

Cuando uno vive cosas fuera, termina viviendo cosas dentro. Hace varias semanas volví a Málaga tras pasar tres meses en la Universidad de Durham (Reino Unido) por motivos académicos. Allí, a la vez que empezaba a dar forma a este blog, terminé por convencerme de lo necesario que es agarrarse a la realidad que nos rodea por ingrata que resulte. El noreste de Inglaterra, una de las zonas más castigadas por las privatizaciones promovidas por M. Thatcher en los años ochenta, está repleto de jóvenes españoles que, huyendo de la precariedad laboral a la que estaban abocados en su propio país, cogieron un avión buscando una nueva vida. Lo paradójico del asunto es que sin excepción todas las personas que he conocido en esta circunstancia rehúsan agruparse bajo la etiqueta «migrante». No se consideran ni emigrantes fuera de su hogar ni inmigrantes en un lugar extranjero. Anhelan su casa, su familia y sus amigos pero piensan que su situación es fruto de una vorágine de cuestiones personales, que su exilio, siempre temporal, ha sido voluntario y no forzado por una realidad económica y política muy concreta. Los que han tenido suerte han encontrado trabajo de lo suyo, la mayoría curra como mano de obra barata y no cualificada.

Tengo amigos y amigas repartidos por medio mundo: Argentina, Francia, Alemania, la propia Inglaterra, Escocia, Italia, Holanda, Austria, Rumanía, Chipre, Islandia, Corea del Sur, Brasil, Thailandia, Nueva Zelanda. Formados y formadas en España con dinero público, se ven obligados a desarrollar su actividad laboral en otros países bajo la premisa capitalista, también hecha suya por el marxismo-leninismo, de «el que no quiera trabajar, que no coma». Volveré sobre este tema el futuros post, pero de momento dejo un texto sublime sobre esta cuestión: Manifiesto contra el trabajo (1999), del Grupo Krisis. Sea como fuere, lo que me interesa destacar ahora es que la creciente emigración de jóvenes españoles desde 2008 va más allá de una decisión individual de índole personal; todas las personas que se han visto forzadas a salir de España lo hacen por una razón común: huyen de la precariedad, buscan vivir más dignamente. Sin duda, esta realidad tiene causas claras y responsables concretos, como señalan en su última campaña la gente de Juventud Sin Futuro.

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