Marbella y la bestia

El título de esta entrada está tomado directamente de una canción de 1997. Se trata de un tema de Los Muertos de Cristo, incluido en su álbum Los olvidados. Es muy posible que a la mayoría de las personas que habéis empezado a leer este post no os haga la más mínima gracia la música de esta banda punk de Utrera, pero no se puede negar que la mordaz letra de este corte daba en el clavo, especialmente en un momento en el que aún poca gente se atrevía a levantar la voz contra «la bestia» Gil. ¿Qué estaba pasando en Marbella para que unos desconocidos punkies sevillanos le dedicaran una canción a su alcalde? Vamos a verlo, aunque primero hablaremos un poquito de historia para intentar contextualizar algunas ideas.

1. Destruyendo tópicos

Marbella sólo era un «pueblo de pescadores»

Sin ningún tipo de fundamento histórico, ha sido excesivamente habitual escuchar en las últimas décadas que Marbella hasta fecha reciente sólo se había caracterizado por ser un coqueto y pequeño pueblo de pescadores. Los gilistas evocaban cada vez que podían esta falsa imagen que bascula, sin duda, entre un lirismo romanticón y desmedido sobre la vida marinera y un manifiesto afán por desprestigiar el pasado de la ciudad en base a la engañosa suposición que vincula la pesca con la pobreza, la marginalidad, el analfabetismo y la escasez cultural. ¿Por qué? Ya se sabe, antes de que llegara Jesús Gil, en Marbella nadie comía jamones.  Lógicamente, como pueblo costero, las gentes de Marbella no han vivido nunca de espaldas al mar. El cronista nazarí Ibn al-Jatib, ya en el siglo XIV, decía lo siguiente: «se convocaba [en Marbella] a la gente para comer sardinas en vez de llamarla para la oración y se rezaba y se decía amén por el que daba a comer pescados gordos» (visto en Ladero Quesada 1969, 39). Es cierto, por tanto, que desde tiempos remotos ha existido en Marbella una pequeña industria pesquera, pero la cual no resulta comparable con la de otros lugares cercanos, caso de Fuengirola, Estepona o Algeciras. En Marbella, de hecho, no hubo puerto pesquero hasta la construcción, a mediados de los años cincuenta, de La Bajadilla.

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